Tiempo de crisis

Publicado en la revista De Par en Par, septiembre de 2009.

Diariamente la mayoría de los medios de comunicación hablan acerca de las distintas crisis que aquejan al mundo en la actualidad. En nuestro país no estamos viviendo únicamente un crisis económica, resulta posible observar también una crisis alimentaria, otra medioambiental y otra de inseguridad. Cuando se analiza qué sectores deben ser reactivados de manera prioritaria para propiciar el crecimiento económico nacional suele dejarse de lado el tema del campo.

Desde la firma del TLCAN han existido opiniones en favor y en contra de este acuerdo comercial. Hoy en día y a 15 años de su entrada en vigor nos estamos dando cuenta de que la dependencia económica que tenemos con Estados Unidos nos afecta más de lo que nos favorece. Alrededor del 80% de nuestras exportaciones están comprometidas con este país y no hemos sido capaces de diversificar nuestros mercados. Realizando un análisis de las consecuencias negativas del TLCAN en la vida diaria de los mexicanos podemos mencionar la destrucción de empleos y la monopolización del mercado de alimentos.

Empresas como Wal-Mart, que ocupa el primer lugar en la comercialización de alimentos, ha extendido su dominio haciendo valer el capítulo del tratado que considera la Inversión Extranjera Directa (IED) estadounidense como beneficiaria de “trato nacional. Esta situación se traduce en la compra de empresas comerciales mexicanas sin el pago de impuestos por realizar dichas transacciones comerciales. Además, es la mayor cadena de ventas directas al consumidor en América del Norte pues tan sólo en México se ha apropiado del 54% del mercado con 687 tiendas de todo su holding (entre los supermercados están Wal-Mart, Sam´s Club, Bodegas Aurrerá, Superama, Suburbia, además de los restaurantes Vip`s, El Portón y Ragazzi).

Esta empresa ha tenido una influencia devastadora sobre las economías locales de las comunidades en las que se ha establecido. Según Wal-Mart Watch (organización de ciudadanos afectados por la transnacional) por cada dos empleos que genera en una comunidad se pierden tres. El monopolio que la empresa tiene en el sector alimenticio le permite aplicar políticas comerciales absolutamente arbitrarias: los primeros afectados por este sistema son los pequeños y medianos agricultores y ganaderos, que no tienen ningún mecanismo de defensa contra su poder. Los contratos y los precios a que les obliga Wal-Mart significan vender por debajo de los costes de producción.

Dato alarmante es que de cada dólar que la empresa gasta en la adquisición de un producto sólo dos centavos llegan al productor, ya que los 98 restantes representan los gastos de publicidad, transporte, embalaje y sobre todo los beneficios de la gran corporación.

Esta situación merece que se hagan recomendaciones al respecto y que el campo sea tema prioritario en la agenda de la presidencia de la república, de los gobiernos de los estados, de la sociedad civil y de los medios de comunicación. No obstante, todos podemos contribuir a que esta situación no se perpetúe boicoteando a las empresas del holding de Wal-Mart, comprando los bienes básicos en los mercados locales y en las pequeñas empresas de distribución de alimentos.

Esta capacidad de desestructuración del tejido social provoca inestabilidad y miseria entre los agricultores locales además de favorecer un modelo agrícola cada día más concentrado, basado en la agricultura extensiva, industrial y de bajo coste. No esperemos a que la solución venga de arriba. Debemos informarnos, ser ciudadanos activos y actuar conforme a valores de solidaridad.

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