No al maíz transgénico

Publicado en la revista De Par en Par, octubre de 2009.

“La comida de abajo llega a los que arriba se la comen.

Aquellos que la han cultivado todavía no han comido”.

-Bertolt Brecht, Canción de los Sembradores del Arroz-

El mes de octubre de 2009 será decisivo para el campo mexicano debido a que el Servicios Nacional de Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), pretende aprobar 25 solicitudes de siembra experimental de maíz transgénico en nuestro país. De aprobarse las solicitudes los únicos beneficiarios serían las grandes corporaciones, encabezadas por Monsanto.

Según investigaciones de Greenpeace México dos ex empleados de confianza de las empresas Dupont y Agrobio al día de hoy se encuentran trabajando en puestos clave del gobierno federal para impulsar la autorización de la siembra de maíz transgénico. ¿Quiénes son estas dos personas? Sandra Patricia Piña Salinas, quien fungió como gerente de negociaciones internacionales de Agrobio, ahora trabaja en la Comisión Intersecretarial e Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados de la dirección de Políticas y Normatividad del gobierno federal. Y, Silvia Elena rojas Villegas, quien trabajara en PHI México (Corporativo Dupont), es la actual directora de Bioseguridad para Organismos Genéticamente Modificados de la Dirección General de Inocuidad Agroalimentaria, Acuícola y Pesquera, del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica).

¿Por qué en este artículo describimos una posición clara en contra de la siembra de transgénico en México? Porque los cultivos transgénicos acarrean los siguientes riesgos ambientales (Holt-Gimenez, Altieri y Rosset 2008: 75-76):

  1. la difusión de transgenes a partir de plantas transgénicas vía hibridación de malezas botánicamente emparentadas provoca la aparición de malezas resistentes a los herbicidas;
  2. la reducción de la adaptabilidad del resto de los organismos (especialmente de las variedades locales) a través de la adquisición de características transgénicas por medio de la hibridación;
  3. la rápida evolución de la resistencia de las plagas de insectos –tales como la plaga del maíz taladrador del tallo- al Bt (Bacillus thuringiensis);
  4. la acumulación de la toxina del Bt, que permanece activa en el suelo después de ser arado y se adhiere fuertemente a la arcilla y los ácidos húmicos, con efectos desconocidos acerca de cómo esta acumulación afectará a la biología del suelo;
  5. la interrupción del control natural de las plagas de insectos a causa de los efectos intertróficos de la toxina Bt en los enemigos naturales;
  6. los cultivos resistentes a los herbicidas pueden afectar indirectamente a la biota del suelo a través de los efectos del herbicida glifosato, que al parecer actúa como un antibiótico en el suelo inhibiendo las micorrizas, los antagonistas y las bacterias fijadoras de nitrógeno. Los científicos han demostrado que el desarrollo ridicular, la nodulación y la fijación de nitrógeno son limitados en algunas variedades de soja trangénica que presenta menores rendimientos, y estos efectos parecen ser más graves en suelos poco fértiles y en condiciones de sequía;
  7. los efectos no previstos sobre otros insectos herbívoros (como el caso de la mariposa monarca) a través de la deposición de polen transgénico sobre la vegetación silvestre;
  8. la transferencia horizontal y la recombinación de genes vía vectores creando nuevos organismos patógenos; y
  9. la contaminación de variedades de cultivo no transgénicas, con el riesgo añadido de que esta contaminación contribuya al deterioro de variedades locales vitales para la seguridad alimentaria.

Además de las consecuencias directas que el uso de estas semillas provocan en la tierra, son las causantes de la pérdida de la biodiversidad de las semillas autóctonas. Cabe destacar que la Ciudad de México alberga la sede principal del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).1 Este centro nace en 1943 bajo el patrocinio del gobierno de México y de la Fundación Rockefeller. Afirman que a través de la investigación y producción de semillas mejoradas la reducción de la pobreza es posible. Trabajan principalmente con maíz, trigo y triticale (cruce de trigo y centeno). El resto de sus sedes se encuentran localizadas también en países en vías de desarrollo. La recolección de material genético por parte de este tipo de centros investigadores se debe, en gran medida, a que se percataron del proceso de erosión genética que había ocasionado el cultivo de pocos productos agrícolas (arroz, maíz, trigo y soya) utilizando pocas variedades de los mismos. Resulta sumamente grave que, además de las ganancias que han obtenido gracias al patrimonio genético de los países en vías de desarrollo, reclamen tener derechos de propiedad intelectual sobre este material genético.

¿Qué podemos hacer al respecto? Greenpeace México ha comenzado una campaña de oposición que incluye acciones como firmar y enviar una carta al Secretario de Agricultura o bien, llamar a la Presidencia de la República y hacerle saber al presidente Felipe Calderón extiendo una moratoria urgente en este sentido.

1. Holt-Gimenez, Eric, Miguel A. Altieri y Peter Rosset (2008), “Diez razones por las que una nueva Revolución Verde promovida por la alianza de las fundaciones Rockefeller y Hill y Melinda Gates no resolverá los problemas de la pobreza y el hambre en el África subsahariana” Barceló, Alfons (ed) (et. all.) (2008), Mientras tanto 106: Soberanía Alimentaria, Icaria editorial, Barcelona.


1 Para más información consultar la siguiente página web: http://www.cimmyt.org/english/wps/contact/regionaLocs.cfm.

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